Taxonomía del peligro: herramienta esencial para la gestión de riesgos en centrales receptoras de alarmas

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Las Centrales Receptoras de Alarmas (CCRRAA)* son un eslabón fundamental en el ecosistema de la seguridad privada, pero su gestión se desarrolla en un entorno de notable complejidad normativa.
La ausencia de una metodología estandarizada para evaluar sus riesgos específicos ha creado una laguna que afecta directamente a su resiliencia y planificación estratégica. Para abordar esta carencia, el Trabajo Fin de Grado realizado en la Universidad Isabel I dentro del Grado en Ciencias de la Seguridad, titulado «Taxonomía para la evaluación del peligro: hacia la búsqueda de una metodología específica de evaluación del riesgo en centrales receptoras de alarmas», presenta una contribución sólida y pionera: la primera taxonomía estructurada de peligros para las CCRRAA en España.

La investigación se fundamenta en un análisis exhaustivo del marco legal, desde la Ley de Seguridad Privada hasta normativas transversales en protección de datos, infraestructuras críticas o protección civil, evidenciando la necesidad de un enfoque sistemático.

La construcción de la taxonomía: un enfoque metodológico

El corazón de este trabajo es la identificación y clasificación del peligro como paso previo e indispensable para cualquier análisis de riesgo posterior. Para ello, se ha adoptado un método riguroso amparado en la norma internacional UNE-EN-ISO 31010 sobre gestión del riesgo. Concretamente, se ha aplicado la técnica de Análisis Preliminar de Peligros (PHA), una herramienta inductiva que permite identificar y catalogar las fuentes potenciales de daño de una manera sistemática y lógica.

El resultado es una taxonomía que articula los peligros en cuatro categorías principales, ofreciendo a los profesionales un mapa claro y completo de las amenazas a las que se enfrentan.

Peligros asociados a la ubicación: la investigación demuestra que el emplazamiento es un factor determinante. La taxonomía identifica peligros derivados de la exposición a fenómenos naturales (inundaciones, maremotos, terremotos) y antrópicos (accidentes químicos, riesgo bélico). Este análisis subraya la necesidad de integrar criterios geográficos y ambientales en la fase de diseño para minimizar la vulnerabilidad externa.

Peligros asociados a la construcción: la robustez de la infraestructura física es la segunda línea de defensa. Este pilar cataloga peligros vinculados al diseño, como el sabotaje de infraestructuras físicas (muros, accesos), la inadecuada sectorización contra incendios o la vulnerabilidad de los sistemas de servicio. Se pone de manifiesto que el cumplimiento de normativas como el Código Técnico de la Edificación o la UNE-EN 50518 es crucial para la integridad operativa.

Peligros del marco técnico-operacional: la gestión diaria es una fuente de peligros críticos. La taxonomía detalla la exposición a fallos en los procedimientos de verificación de alarmas, la manipulación no autorizada de sistemas, el uso indebido de los niveles de acceso por parte del personal o la falta de disponibilidad de la información. Estos hallazgos recalcan que, más allá de la tecnología, los protocolos y el factor humano son decisivos.

Peligros por incumplimiento normativo: el estudio identifica el incumplimiento de la normativa como un peligro en sí mismo, con potenciales consecuencias operativas y legales. La taxonomía agrupa amenazas derivadas de acciones contrarias a la legislación en materia de seguridad privada, protección de datos, el Código Penal (responsabilidad penal de la persona jurídica) o la prevención de riesgos laborales.

Una base sólida para el futuro

Esta taxonomía del peligro constituye una herramienta de aplicación práctica e inmediata para los responsables de CCRRAA. Permite realizar una identificación de amenazas mucho más completa y estructurada, facilitando la toma de decisiones y la priorización de medidas de control.
Aunque futuras investigaciones explorarán el análisis y la evaluación cuantitativa de estos peligros, este trabajo establece una base conceptual y metodológica sólida, un punto de partida indispensable para fortalecer la seguridad y resiliencia de las centrales receptoras de alarmas.

*Hemos podido observar la tendencia imprecisa de utilizar el acrónimo «CRA» para referirse a la central receptora de alarmas, omitiéndose la doble «AA» final, la cual constituye parte integral del nombre completo. Por ello, en este Trabajo Final de Grado proponemos utilizar el acrónimo «CRAA», ya que refleja fielmente la pluralidad requerida, conforme a las normas lingüísticas relativas a la formación de acrónimos en español. Del mismo modo, al referirnos en plural a las centrales receptoras de alarmas, la forma correcta para la elaboración del acrónimo sería «CCRRAA», pues refleja adecuadamente la pluralidad conforme a las normas sobre formación y uso de acrónimos en español.

Fuente: cuadernosdeseguridad.com

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